Mamá, al final, nadie se banca el amor!

Así le dijo su hijo a mi amiga Ariadna cuando ella le explicó que una pareja amiga se había separado.
Es al cuete, los nenes tienen una capacidad de percepción infernal... es verdad, los adultos no nos bancamos el amor.
Cuando logramos sentirlo, empezamos automáticamente a dudar de él: será que estoy enamorada? será que me estoy enamorando? será el tipo correcto para enamorarse? y si está enamorado de otra persona? y si no me ama? y si siente menos que yo? y si... y si no... y si...
Ante el primer impulso del amor, lo reventamos a dudas, lo agredimos con decisiones, pedidos, cambios.
Sin que nos haya demostrado aún nada, ya le desconfiamos. En su lugar ponemos un montón de cosas...no a lugar!: dudas, reclamos, celos, broncas, desiluciones, angustias, euforia...como si el amor no fuera terriblemente sustantivo por sí sólo, intentamos ocupar su lugar con cualquier cosa.
De pronto estábamos plenos, fuertes autosuficientes (porque el amor no es para débiles), perfectos para recibirlo. Y ahí nos llega: lindo, grande, con sabor a frutas ricas y sonrisas...EL AMOR. Pucha que cosa linda!!!!! tan simple, tan perfecto!Simple como la más linda canción...

Y Waaaaaaaw! nos vemos hermosos!, estamos radiantes, increíbles! luminosos!!! Todo es lindo, todo es maravilloso, todo es tan increíble que duele el simple hecho de pensar que puede acabarse!...ACABARSE??? puede acabar? esto tan increíble, tan hermoso, tan mágico...PUEDE ACABAR??? Noooo no quiero!, no quiero que acabe! me pone triste saber que puede acabar!, me lleno de miedo de pensar que puede acabar! tengo miedo!, y de pronto...el miedo me empieza a robar energías, y donde está el amor, empiezo a poner dudas...e inquietudes...y desconfianzas...y roba más energías...hasta que nos deja débiles...Y EL AMOR NO ES PARA DÉBILES...

Y ahí quedamos...con la dura tarea de juntar los pedacitos que quedaron de nosotros, todos empapados de tristeza... y recontruirnos, para, con el tiempo, volver a ser fuertes y dignos del tan preciado bien. No considero que he tenido la capacidad de aprender de los amores que perdí...quizás porque en cada uno fui una persona muy diferente, con edades muy diferentes, pero esa es una falla que por primera vez en mi vida percibo. Siempre me consideré con la capacidad de aprender rotura de pared más...rotura menos...pero en esto...soy siempre principiante.
Algo aprendí seguro: se puede volver a amar. Nunca es igual un amor a otro, pero no es más...o menos...es diferente, porque el amor somos nosotros y él, y comos seres vivos estamos en eterno cambio. Aunque él es siempre el mismo, puro, ingenuo, simple, perfecto...el toque imperfecto se lo damos nosotros, pero también el toque que lo hace único.
Ojalá, la próxima vez, nos encuentre más expertos, habiendo aprendido de los errores...y por ende...más ingénuos, más naif...más infantiles para poder disfrutar de él desde su misma esencia. Olvidamos que el amor nos nos promete nada...simplemente es la puerta a la plenitud del alma...nosotros sólos le cargamos el peso de las exigencias.

Por ahora sólo eso...si me disculpan, tengo mucho trabajo del pecho para adentro...